Descripción

Tras la terrible derrota que sufrieron los republicanos españoles en 1939, fue ese espíritu de solidaridad el que les permitió sobrevivir y luego, una vez recuperadas las fuerzas, reemprender la lucha. Entre el final de la Guerra Civil española y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, con la invasión de Polonia por Hitler, sólo transcurrieron cinco meses. Aquellos vencidos que se sumaron tanto a la guerrilla como a los ejércitos regulares europeos, incluida la temible Legión Extranjera francesa, vieron la posibilidad de una revancha contra los que ayudaron a los nacionales a vencer en la guerra de España. Algunos de estos españoles residían desde tiempo atrás en Francia y también en Argelia. Otros eran refugiados recientes que habían cruzado los Pirineos. Todos se alistaron voluntariamente, no como los ejércitos de los demás países que se sumaron a la guerra. Pronto fueron conscientes de que su causa superaba el mero ánimo de venganza y que se combatía contra el yugo que suponía el nazismo para la humanidad. Así contribuyeron, entre otras acciones, a la defensa de la línea Maginot, a la construcción del Transahariano, participaron en la toma de Al-Qatrun, del Fezzan y de Trípoli, pelearon en la batalla de Moscú y, a las órdenes del general Leclerc, unos 3.000 españoles desembarcaron en Normandía en julio de 1944.

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